jueves, 27 de junio de 2013

Homenaje a William Ramírez


Homenaje
27-06-13



Escribir, para qué. ¿Para aliviar la pena? ¿Para documentar el dolor? ¿Para dejar dicho cuánto mide ese dolor? 
Escribir es dejar sembrado algo, poner en fermentación un humor, intentar la germinación de la simiente, comprobar si existe o no terreno fértil. Sólo que, ni el humor de hoy, ni este terreno convertido en escombros, podrán hacer germinar nada que se pueda equiparar a la fecunda humanidad del amigo ido. William Ramírez Molina.
Ido y presente, inabarcable a la vez que cobijable, todo y nada. No habrá manera de remplazar tus esencias y modos, no habrá manera de siquiera aproximarse a tus amorosas formas de entender al otro, de tener al otro en ti mismo. Otro que somos todos los que te quisimos y estuvimos, y otro que eras a la vez tú mismo.
Ingeniero de genio, crisol de saberes, maestro, gerente de gerentes, cazador de futuros, arte y ciencia juntos, padre de padres, hermano, sencillamente amigo.

Que consigas espacio confortable en ese Más Allá sobre el cual algunas veces especulamos; que en la compañía de tu hermano Carlos, que resolvió seguirte en este otro viaje, consigas y te encuentres en breve con tu otro admirado hermano, Karol Wojtyla, quien acompañara muchos de tus rezos y oraciones por la vida. Que puedas continuar ligero el camino que con entusiasmo emprendiste entre nosotros, aquí sobre esta tierra a la que hoy devolvemos tu cuerpo.

Padre nuestro que estás en los cielos, santifica esta alma que bien te representó. Te lo pedimos. Sus deudos todos, hijos, hermanos, parientes, y amigos. Amen.