La revolución
sentimental
Enzo Pittari
Cualquiera
que formalmente investigue sobre el fenómeno del poder en Latinoamérica, al
revisar archivos y bases de datos sobre la literatura relacionada, se encontrará
con que durante los últimos años se ha incrementado notablemente la cantidad de
artículos y ensayos que tratan, de alguna manera, este experimento venezolano
que se ha dado por llamar el socialismo del siglo veintiuno. Cientistas
sociales, escritores y periodistas de distintas latitudes se han interesado más
que en otros tiempos por Venezuela. Pero no por ello todo está dicho. Y mucho
falta aún para entender y divulgar a cabalidad sobre este proceso social –y más
que nada político- que nos ha tocado protagonizar a los venezolanos durante los
últimos tres largos lustros. Lo
que sí podemos afirmar sin dudas, es que La revolución sentimental de la
periodista española Beatriz Lecumberri
no es un escrito más. Leído inmediatamente después de que el mismo fuera
presentado el pasado jueves 30 de
agosto en la librería Lectura I de Caracas, la primera sensación que me ha quedado
es la de agradecimiento. Creo que como venezolanos podemos sentirnos
satisfechos, por un lado, por el especial interés que Beatriz ha tomado en
nosotros a fin de entendernos e interpretarnos, y luego, porque lo haya hecho
de esta manera tan fluida, cercana y objetiva, propia de un periodista
acostumbrado a llegar hasta la fuente primaria de cada información sin
conformarse con el reprocesamiento de verdades previamente masticadas y mucho
menos rumiadas entre estómagos emponzoñados. Sumergida durante cuatro años en un mercado de ideas
extremadamente polarizadas y de opiniones sesgadas, del cual a nosotros, los nacionales,
nos cuesta tomar distancias y permanecer asépticos, Lecumberri nos entrega una
verdad dialogada y recogida desde el mismo lugar de los acontecimientos, desde
la voz viva de los mismos protagonistas.
Y no es que
necesitáramos a alguien que de afuera nos dijese lo que somos o lo que hacemos
o dejamos de hacer con lo que somos, sino que el proceso tan controversial que
vivimos, llamado “revolucionario”, no nos resulta fácil explicarlo sin que se
nos perciba tomando partido por una u otra de las visiones, tan encontradas las
mismas que, aún después de catorce años, algunas encuestas sobre los próximos
comicios a realizarse dentro de pocos días hablan de “empates técnicos”. Sólo que,
tener la oportunidad de leer a una periodista equilibrada, de competencias
puestas a prueba en muchas zonas del mundo políticamente álgidas, como pueden
ser el Irak o el Oriente Medio de sus respectivos conflictos históricos, que se
ha interesado en observarnos y en hacer una fotografía de nosotros donde los
altos contrastes consiguen modularse y calibrarse hasta alcanzar su apropiado
nivel de gris, es una oportunidad de lujo y algo que a cualquier observador
local le hubiera resultado más difícil de lograr, simplemente, por la necesaria
toma de partido que a uno le corresponde hacer cuando se es arte y parte de
algo que es tan tuyo como puede ser tu país, tu ciudad, tu familia, tus afectos
y sentimientos.
Y de
sentimientos es que, precisamente, nos habla Beatriz Lecumberri, tal como se
desprende del título del libro que algunas personas –quién sabe si
acertadamente- han asociado con temas de autoayuda. Llegándonos a afirmar esta
joven española, que la verdadera revolución que se ha producido y experimentado
en los últimos años en Venezuela es una Revolución en los Sentimientos de las
personas. Hoy sentimos cosas que no sentíamos ayer. Odios nuevos y gratuitos,
rencores fabricados de la nada, ofensas proferidas sin justificativo alguno,
las cuales, de inmediato, se traducen en rabia o, cuanto menos, en incomprensión;
revanchas diferidas, nuevas capacidades de perdón, renovados umbrales de
tolerancia o intolerancia –como sea que quiera decirse-. Una verdadera Revolución
Sentimental.
Empleando
como esquema literario una mezcla de la crónica, la entrevista, y del diario de
viaje, Lecumberri nos entrega, en cuarenta historias agrupadas en cuatro capítulos:
Patria, Socialismo, Muerte y Venceremos, una obra de fácil lectura, fresca,
honesta y diáfana donde apartando los pocos pasajes donde aparece su propia
voz, entrega la palabra a muchos de los actores reales de esta recientísima
historia de Venezuela, personajes éstos, con variados roles y posición social o
política quienes a partir de lo que dicen, llegan a ser reflejo claro de lo que
sienten. Pudiera alguien interesado exigirle a la autora una toma de partido,
pero ella no juzga, ni a priori ni a posteriori, haciendo gala, en vez, de la
rigurosidad propia del periodista profesional que busca con empeño la
construcción de una verdad, si no absoluta, al menos cercana.
Así pues,
tenemos en nuestras manos un espejo bastante fiel donde mirarnos y donde mirar
a nuestro prójimo cercano, quien muchas veces creemos está en la acera de
enfrente pero que, realmente, está tan cerca de nosotros como para que sea
perfectamente posible llegar a ignorar la supuesta brecha que nos separa. Es
cuestión de sentimientos, fundamentalmente. Y el ser humano, voluntariamente
está preparado para adoptar posiciones flexibles y tolerantes en las cuales,
sin ignorar los sagrados principios de la libertad ni los valores primordiales
de una sana y productiva convivencia, puede siempre comprender al otro y
hacerse comprender a sí mismo, en aras de una construcción social marcada por
las leyes de la Evolución, que no revolución, que es lo único para lo que los
humanos estamos hechos.
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