miércoles, 7 de marzo de 2012

La frontera humana, en La frontera de cristal de Carlos Fuentes

Después de unos seis meses de silencio, hoy reinicio mis publicaciones en mi blog.
Los blogs son entes vivientes y, como tales, ameritan alimento frecuente. Y se nutren de quienes proponen los temas, bien sea los comentaristas visitantes, bien sea el propio bloguero. Por lo que me respecta, asumo mi imposibilidad de proveer lo que me ha correspondido, a la vez que agradezco a los que, aún en mi ausencia, han insistido en visitar mis Puntadas sin Dedal.

Hoy, reactivo mi ejercicio publicando una reseña mía de una obra de Carlos Fuentes, recien propuesta por Quelleer.com.ve, a solicitud de la gentil María Alejandra Bello.

Vaya el escrito, y espero con ello regenerarme como bloguero inconstante que he sido durante estos últimos tiempos.


La frontera humana,
en La frontera de cristal
de Carlos Fuentes

 
Desde su aparición en1995, muchas son las veces que esta novela Carlos Fuentes ha sido estudiada, reseñada o referida.
La misma no pierde vigencia, por cuanto desarrolla el tema siempre desgarrador de la migración o del exilio forzado que, aunque no nos agrade, nos acuciará aun por mucho tiempo a pesar de los climas globalizantes y de borrado de fronteras que la sociedad mundial hoy día se propone y encara.
A partir de esta primera entrega, y en las siguientes en las que ahondaremos o nos referiremos por separado a la particularidad de cada uno de los nueve relatos que componen la novela, buscaremos comprender y ponderar el peso relativo de lo que puede llamarse la Frontera Humana sobre la percepción de densidad o porosidad que los pasos fronterizos ofrecen al emigrante, actual o potencial.
Con humor agudo y mordaz, Fuentes nos presenta situaciones puntuales que pueden extrapolarse a cualquier lugar donde haya un humano tratando de traspasar alguna de esas líneas, en muchos sentidos abstractas, en busca de un bienestar a veces ilusorio y hasta la realización de su propio ser tal como le corresponde a cualquier miembro de nuestra especie y que en su propio país no luce posible.
Las imágenes creadas o recreadas por la ficción de Fuentes, nos hablan, entre otras cosas, de las razones de fuerza, necesidad, históricas, políticas, económicas y culturales que privan en el desenvolvimiento de las personas –especialmente las del lado mexicano de la frontera-, en el espacio o franja de tierra aledaña al norte y sur del río Grande –o río Bravo-.  Nos deja ver, a veces explícitamente otras no tanto, los incidentes de un importante grupo humano que se esfuerza por mejorar sus estándares y patrones de vida tratando para ello de penetrar al otro lado de una línea o membrana imaginaria que, a la vez de estar demarcada con precisión en los mapas y en la geografía misma, parece estar grabada con sangre y fuego en sus propias mentes, habida cuenta de las cruentas historias de despojos y de las penurias sufridas por los habitantes fronterizos, especialmente los del sur, las cuales, vienen a hacerse aún más penosas cuando se someten a contraste y se comparan con los estándares de vida y desempeño predominantes en el norte de dicha franja.
La existencia de las fronteras físicas y políticas entre los países es un hecho siempre asociado con confrontaciones entre estados y pueblos a lo largo de la historia.   Siendo los límites entre las naciones líneas generalmente arbitrarias, o producto de acuerdos también arbitrarios, es común preguntarse el porqué de su existencia.  Las explicaciones tienen que ver casi siempre con razones de fuerza entre grupos humanos, las cuales, a lo largo del tiempo, han podido ir o no acompañadas por violencia física o material.  Sin embargo, parece existir algo más fuerte que la propia línea formalmente establecida para darle soporte real y concreto a las fronteras físico-políticas, y es lo que puede llamarse la Frontera Humana. Esta última especie de frontera parece provenir, principalmente, del miedo al otro o del miedo a la propia incapacidad o discapacidad para afrontar lo desconocido que cada ser humano lleva dentro de sí con distintos grados de intensidad y matices.  En las causas de estos miedos,  inciden razones psicológicas, culturales e históricas que, definitivamente, son particulares de cada situación. Entre las mismas, el idioma, la religión y la condición social y económica de los individuos, juegan de manera peculiar para cada par de grupos fronterizos de personas.
Es de esta manera que “La frontera de cristal” de Carlos Fuentes, nos ofrece un sinnúmero de ejemplos sobre situaciones donde puede percibirse el sentimiento de exclusión y la concepción que cada personaje puede tener respecto al otro del otro lado de la frontera e, inclusive, al otro lado de su propia frontera interior.

Enzo Pittari
Caracas, marzo 3 de 2012.