martes, 26 de abril de 2011

¿Mucho ruido y pocas nueces?


Comunicación Vs. Información:  
¿Mucho ruido y pocas nueces?


D
ado que gran parte de mis años más productivos los dediqué a trabajar por  el desarrollo de las telecomunicaciones en mi país, a través de múltiples responsabilidades que tuve la fortuna de asumir a lo largo de mi ejercicio profesional, quedo exento de duda sobre la importancia social que le concedo a la posibilidad nunca antes vista que tenemos hoy los humanos de entrar en contacto con nuestros semejantes, donde quiera que estén y empleando casi cualquier tipo de medio. La propia ubicuidad y la feliz superación de los límites y las barreras geográficas y políticas, es prácticamente un hecho; quedando por superar, tan solo, las restricciones que nosotros mismos nos queramos imponer.  
La aldea global acuñada por McLuhan  mientras los Beatles nos animaban con su Submarino Amarillo, hace ya algunos años, y la ciudadanía cosmopolita de la que nos habla David Held como un ideal entre los modelos de democracia que formula, cada vez están más cerca de convertirse en hechos tangibles.
Sin embargo, la anterior convicción, no me exime de notar que, en estos tiempos de alta incidencia del Internet, de los medios de comunicación móviles y de los medios masivos de toda índole, nos vamos sumergiendo en una vida paradójica de la que difícilmente podremos saber si saldremos suficientemente bien parados.
La comunicación instantánea persona a persona es prácticamente un hecho dado: para comprobarlo basta, por ejemplo, contar los teléfonos celulares en manos del público que, en muchos países del mundo, incluso los no desarrollados como el nuestro, supera por mucho su número de habitantes.  La penetración de los medios de difusión y divulgación masivos aventaja, en la mayoría de los países de la Tierra, a la de cualquier momento histórico: La televisión satelital superpuesta a la televisión local no distingue segmentos económicos ni estratos sociales; en la mayoría de las casas populares de las capitales latinoamericanas puede faltar el agua corriente y las cloacas, pero una antena satelital difícilmente falla.  La comunicación de un individuo corriente hacia grupos cerrados o semi-abiertos, constituidos por redes sociales en las cuales uno puede llegar a tener 500 o 1000 “amigos” está a la orden del día vía Internet. ¡Ay si no estás en facebook, no eres nadie! No importa si de ese millar de “amigos”, a lo sumo, habrás visto alguna vez en tu vida tan solo a un 2%, o, si los has visto, no recuerdes ni siquiera si son zurdos o diestros o si hablan rápido o pausadamente o, sencillamente, si no dicen nada cuando hablan. Esto, por no hablar de la pérdida de privacidad e intimidad producto de la cantidad de mensajes no deseados e inclusive anónimos, que a diario borramos de nuestros teléfonos y listas de correos, y que crece de manera vertiginosa.
Todos estos síntomas, y otros afines, nos garantizan que estamos sumergidos en un mundo hiper-comunicado, pero, sin duda, ilusoria y bastante poco informado.
¿Cuántos de los comunicados que recibimos o masivamente generamos a diario conllevan una modificación del estado de información o de conocimiento de nosotros mismos o de nuestros destinatarios? ¿Cuánto se modifica nuestro patrón de toma de decisiones a partir de tantos mensajes recibidos o emitidos pero cuya información contenida apenas llegamos a husmear, a olfatear, pero nunca a digerir?
Hay sin duda una revolución comunicacional en marcha, desde hace ya muchos años y con muchísimas aristas positivas: desde el punto de vista del ensanche de la noción de comunidad, desde la posibilidad cierta de contar con una reducción y hasta la eliminación de las barreras y la censura, desde las oportunidades de multiplicar la participación ciudadana en asuntos relevantes y no tanto. Pero, cabe preguntarse ¿Cuánta información cierta logramos procesar de la miríada de correos que, con y sin anexos, anualmente recibimos y emitimos? ¿Hasta donde nuestras decisiones pueden estar, ahora, bajo este bombardeo comunicacional al que nos hemos acostumbrado, mejor fundamentadas y, por ende, tener mayor probabilidad de producirnos resultados satisfactorios?
¿Estamos mejor preparados para distinguir la verdad de la mentira? ¿No será que quienes facilitan tanta comunicación: medios de difusión, anunciantes, proveedores de productos tecnológicos, proveedores de servicios de telecomunicación, etcétera, están ahora mejor dotados para embobarnos y hacernos creer que lo que necesitamos es A y no B, cuando nosotros, realmente, ni siquiera habíamos pensado ni en A ni en B y, tal vez, lo que realmente queríamos lograr era C? ¿Será que sin que nos demos cuenta nos están censurando la mínima posibilidad de pensar en C, haciéndonos creer que el verdadero debate o la real disyuntiva consiste en elegir entre A y B?
¿Quién, abrumado con tantas posibilidades de comunicación, tiene tiempo y manera de detenerse a elaborar una síntesis informativa, a extraer decentemente unas pocas conclusiones? ¿Cuántos comunicadores, individuales y masivos, tienen la honestidad como consigna?
¿Qué importa más,  tener 300 contactos en una red social o contar con 3 buenos amigos con quienes resolver algún asunto sensible o valioso? ¿Cuánta complejidad podemos manejar en la superficie sin que ello nos impida ir en profundidad en algunos asuntos que nos interesan?
¿Y la Libertad? ¿Cómo se afecta?
¿Cuántos de los mensajes que nos bombardean y que sin reflexionar hacemos rebotar a nuestras redes de contactos representan intereses de entes poderosos y ajenos, sin que de ello nos demos cuenta?
La libertad es un bien que no necesariamente está dado, como puede ser el aire, sino que ha implicado sacrificios y luchas generación tras generación.La libertad es un bien por el que la humanidad ha luchado desde antaño y por el que ha derramado torrentes de sangre.  Es, además, es un estado que nunca alcanzamos a perfeccionar: siempre estamos trabajando en pro de la libertad –o en contra, algunos. Uno nunca puede decir que es “totalmente libre”, siempre está expuesto a retroceder y a perder bastiones conquistados.
Todo ello, se mezcla de manera compleja con las concentraciones de poder que ciertos estratos políticos o económicos logran alcanzar en las distintas sociedades. Tales concentraciones llegan en circunstancias a propiciar regímenes y gobiernos totalitarios, o monopolios económicos, o mezclas patéticas de ambos, donde, quien detenta el privilegio de la fuerza, política, económica o de cualquier otra índole, termina imponiendo sus reglas y sus propios intereses. Tanto peligro reviste este último hecho que, por la vía de las comunicaciones masivas puede, inclusive, llegarse a la peor de todas las limitaciones de la libertad que es la de la Auto Limitación, o Autocensura.   Verbigracia, hoy, por ejemplo, en Caracas, vivimos toques de queda sin que estén decretados, manejamos criterios de circulación restringida y evitamos visitar lugares que, formalmente, no están vedados. Etcétera. Hemos construido nichos multidimensionales representados, por una parte, por las cuatro paredes de nuestras casas en las que desde temprano nos recluimos. Nuestras relaciones humanas casi se limitan a los miembros de nuestra familia nuclear ­–siempre que no estén sus miembros chateando o twitteando, cada quien desde su cápsula de blackberry, humillados ante la tecnología, mientras, esporádicamente se dirigen alguna mirada entre sí estando sentados alrededor de la mesa del salón de casa-. Añadimos a algunos colegas de trabajo y, luego, a los grupos de “amigos” de quienes a cada rato nos llega una actualización, casi siempre banal, vía facebook u otro equivalente al que accedemos, siempre, a través de la única ventana a la que ahora vivimos asomados: la de la pantalla de nuestro computador. 
A nuestros amigos de carne y hueso, los vemos esporádicamente y cuando el tráfico nos lo permite.
Hemos trocado Comunicación por Información. Hemos canjeado esencia por frecuencia. Hemos ensanchado y comunizado el horizonte geográfico público, pero inhibido y privatizado nuestros caminos interiores. 
¿Con qué nos habremos topado? ¿Será que la numerosidad de los contactos de nuestra red juega en proporción inversa a nuestro propio umbral de soledad?



5 comentarios:

  1. Enzo te veo muy activo con tu blog, buena señal. Un abrazo. Rogelio

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  2. Tu articulo es muy acertado en cuanto as sus planteamientos y preguntas, ademas de poseer un titulo muy adecuado. Sin embargo me gustaría agregar algo en esa misma dirección tomado de mi experiencia como padre y profesional.

    Como padre de una nina de cuatro anos puedo ver la gran avidez y facilidad con que ella se adapta a la tecnología y viceversa. Tanto es asi que en casa hemos decidido demorar la introducción de video juegos lo mas posible pues consideramos mas valioso el uso del tiempo que podamos pasar juntos, sin necesidad de tener que mirar un aparato electrónico o un monitor.

    En el mundo en el que yo crecí no habían computadoras, ni celulares, ni video juegos (por lo menos hasta que yo tendría unos 15 anos); mas sin embargo logre sobrevivir!. Detrás de cada producto hay industrias muy poderosas, invirtiendo enormes sumas de dinero en capturar sus mercados de consumo. Tal vez eso es lo que ha cambiado. Antes en mi San Cristobal sub-desarrollada no había "el producto" ni como resultado "el mercado". Hoy sin embargo, luego de muchos anos, ya no vivo en SC. Vivo en una de las mas vivas encarnaciones del mercado y del consumo. He pasado de un extremo al otro. Y como resultado puedo ver hacia donde van las cosas, lo cual en gran parte se lo debo al el haber vivido en ambos lados de la misma moneda, el del pre-consumo y del consumo, si se pueden llamar de esa manera. Como conclusión a este punto, es la moderación como opción sensata. Buscar el balance entre el tiempo que disfrutamos con nuestros seres queridos y amistades, versus el tiempo que destinamos a las interacciones a distancia en el mundo real o virtual. La opción es completamente personal.


    Como profesional, he comenzado a ver que el efecto de las redes sociales sirven para transmitir "the word of mouth". Lo cual es muy valioso cuando se esta en business. Sin embargo, como sucede en mi profesión, yo paso mucho tiempo con personas, y en los últimos anos he conocido unos cuantos miles de personas de todos los estratos sociales y económicos. Es mi actividad la que me ha ayudado a valorar la interacción cara a cara sin facebook ni twitter de intermediarios. Son estas personas quienes han visto como trabajo al hacer fotos de sus casas y apartamentos, con quienes he entablado conversaciones de diferente indole, todas en un ambiente confortable y amigable, y por sobre todo profesional y humano.

    Es cierto que estamos hiper informados, pero a la hora de la verdad no sabemos nada, si no interactuamos con otros. El lenguaje corporal habla mas que mil palabras. En mi opinión es solo allí donde de se puede aprender comunicarse mas efectivamente con otros.

    Enrique Sanguino

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  3. Excelente, Enzo.
    Bien interesante y acertada esta reflexión.

    David Márquez

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  4. Hola Papi
    Creo que esta forma nueva de comunicarnos tiene, como todo, sus ciclos de desarrollo.
    En la primera fase ha sido la de conectar y conectar, sin mucho criterio de selectividad. Con años ya de uso, estamos evolucionando y necesitamos menos ruido, menos cantidad de tonterías y mayor cantidad de relaciones online que nos den calidad.
    Y hay respuesta: aplicaciones están adaptándose y ayudándonos a ser más selectivos y mejor informados.
    Esto se traduce en productos como Twitter o nuevas redes sociales donde por ejemplo puedes tener máximo 50 amigos.
    En twitter no es de banal entretenimiento como Facebook, sino es de información interesante. Yo elijo qué me aparece en mi timeline y si eres medianamente inquieto, elijes información relacionada a tus gustos. Gracias a Twitter yo me entero de todo en 140 caracteres.... y profundizo en lo que me interesa después.

    Todo está cogiendo un matiz hacia la CALIDAD DEL CONTENIDO.

    Los blogs con contenido de calidad e interesante se están volviendo indispensable para quienes quieren generarse una comunidad y un nombre en otras webs online.

    Gracias a dios ya empezó la era de la diversificación en las redes sociales según los gustos de cada quien...! De las últimas que más me llama la atención (necesito un android o iphone) es Instagram...que a través de fotos te comunicas, es brutal. Y además la aplicación hace que el más torpe del mundo saque unas fotos fabulosas con una textura y ambiente que pareciera que estuvieras ahi.

    Tu nombre como una marca online será proporcional a la calidad del contenido que publiques.

    Mi precaria forma de hacerlo es a través del twitter, trato de publicar cosas amenas/interesantes. En cambio mi facebook se deja llevar por la nostalgia como testimonio de que vivo lejos de casa.... y acepto que de interesante tiene poco.

    Debería abrir mi blog, me estoy quedando de última!!!
    te quiero

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  5. Excelente reflexión, Enzo. Hasta hoy entro a tu blog. Me parece interesantísimo. Felicidades!
    A pesar del avance en telecomunicaciones, veo con preocupación que el intercambio en persona vaya decreciendo. La tecnología es fantástica para mantenernos al día y comunicados con quienes estén lejos, pero es lamentable si nos aleja de quienes están al lado...bajo nuestro mismo techo...o con quienes compartimos día a día alguna actividad (trabajo)... Milagros M.

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