domingo, 26 de marzo de 2023

Un poema robótico sobre Política

Después de dos años apartado de mi blog, hoy vuelvo y comparto un experimento que acabo de hacer con esta herramienta que comienza a hacerse pública y que tanta expectativa está generando en muchos de nosotros, por no hablar de las incertidumbres y de la aprensión que produce.

Como primer ejercicio, le he pedido al Chat-GPT que me haga un poema sobre Política. He aquí el resultado:



Claro que no puedo ocultar mi asombro. 
Claro que no dejo de pensar en la maravilla de las mentes humanas que han logrado construir un robot 'tan inteligente'.

Claro que temo por el impacto que tendrá este desarrollo tecnológico en nuestras vidas, como individuos y como parte de un colectivo no siempre asible.

Y pienso, ¿así habrá sentido el primer humano que logró hacer fuego, o que puso a rodar una carreta?

Lo dejo hasta acá. 

Vale la pena seguir pensando.




lunes, 1 de marzo de 2021

Una respuesta para Venezuela, ¿global o local?

Una respuesta para Venezuela, ¿global o local?

En la práctica, cualquier asunto de apariencia local siempre repercute en todo aquello que le rodea, asimismo, cualquier asunto visiblemente global, casi siempre influye en cada diminuto espacio de la vida individual que contiene. Y si pensamos en un mundo hiperconectado como el nuestro, estas afirmaciones cobran mucha más fuerza.  

Desde el comienzo de nuestra tragedia venezolana del siglo XXI, los esfuerzos por encontrarle soluciones han oscilado entre lo local y lo global sin consumación plausible. Mientras unos han afirmado que la solución es interna, otros han aspirado respuestas desde afuera.

Tuvimos un período en que multitudes de ciudadanos inundaron con sus manifestaciones las principales calles de las mayores ciudades del país. Fue la época de ‘las marchas'. Marchas que en algunos casos insuflaron esperanzas mientras que en otros  llenaron de dolor a la familia.  

Durante esas gestas ciudadanas, creíamos mucho en que la solución era doméstica. Contábamos con alto espíritu democrático y el deterioro material del país aún no había tocado los extremos. Y no es que la calamidad fuese sólo nuestra, ya en ese entonces se perfilaba como un problema continental. Sin embargo, dominaba aún la idea de la solución local. Algunos pensaron que bastaba aproximar a Miraflores a una mayoría de ciudadanos protestando con tan solo sus pechos por escudo, otros, menos candorosos, creyeron que la gesta cívica haría cristalizar una actuación patriótica de los oficiales demócratas para ese entonces activos. 

Si algo caracterizó esta etapa fue el convencimiento de que la solución estaba en nuestras propias manos, incluso, llegamos a lamentar y asumir, no sin amargura, que ni siquiera los países hermanos latinoamericanos se hacían eco de la desgracia venezolana. 

Cabe decir de ese entonces que, aun cuando nuestro problema tuviera ya trascendencia global, la solución al mismo tenía que ser local.   

Foto de dominio público

Pasó el tiempo y, poco a poco, la comunidad internacional fue tomando conciencia de que el tema Venezuela se extendía más allá de los 912.050 Km2. de su territorio. Así, fuimos llegando la penúltima etapa de nuestra desventura, en la cual, con eje en la personalidad de un joven desconocido de apelativo Juan, llegamos a contar con el respaldo internacional de unas 60 de las más importantes democracias del globo, americanas, europeas y de cualquier latitud y rango. Hubo, así, personas que se declararon proclives al extremo de un asalto militar multinacional, también hubo quienes, en cambio, creyeron y trabajaron por una negociación dialogada y amplificada con actores de buena voluntad y prestigio mundial. Nada se concretó. La intervención militar era imposible y la conversación civilizada de mesa sólo generó angustia y vacío. 

En esta etapa, aún cuando la desgracia seguía siendo esencialmente local, llegamos a creer que la salida era necesariamente global


Y tal como ocurre en la mayoría de las veces en que se enfrentan situaciones complejas, tanto naturales como sociales, los procesos que desencadenan cambios efectivos nunca son meramente locales ni tampoco absolutamente globales. En cambio, prevalecen las vistas conectadas, ecológicas, que van desde el nivel celular y microscópico de una simple bacteria hasta la amplitud orgánica propia de los cuerpos multiformes. 

Hoy Venezuela exige armonizar tanto los recursos capitalizables en casa como los disponibles en el mundo entero. 

Así que, por ningún motivo podemos diluir o permitir que se esfume la fuerza acumulada hasta hoy en las distintas cancillerías amigas. Inclusive, debemos propiciar que aquellas no tan amigas puedan acercarse y contribuir al alivio de cuanto apremia.

Y sobran también motivos para conseguir que las distintas fuerzas centradas en la sociedad civil, en los partidos políticos y en  los liderazgos reconocidos o emergentes, aprovechen la ocasión histórica de compartir una unidad de propósito y acción que, remando al unísono o casi, nos permita evitar el naufragio asegurado por la dispersión al uso. 

Hasta aquí el mensaje principal de esta nota. 

Si luego quisiéramos aterrizar estas ideas en una ‘lista’ de acciones concretas, luce oportuno reiterar algunas de las sugerencias que muchos compatriotas vienen esbozando con los variados matices de sus distintas propuestas. 

Trataré de organizar un conjunto de dos bloques, el Local y el Global, consciente de que, como dicho, se trata de instancias inseparables.

En lo local debemos:
No perder de vista el poder del voto. La democracia, como sabemos, es forma y fondo. Dentro de las formas, el voto es quizá el mejor exponente, por mucha manipulación indeseable de que sea objeto.
Tener en cuenta que ese poder del voto es directamente proporcional a un propósito ‘envolvente’ y unitario que provenga de una estrategia compartida y compuesta de esfuerzos escalables, combinados y sostenidos, según vayan exigiendo las circunstancias.
Razonar que dicho poder es también proporcional al respeto de unas reglas de juego inviolables que sostengan esa unidad de propósito, y, finalmente,
Coincidir en que la eficacia del voto es finalmente proporcional a la virtud del ente comicial, la cual, bastaría que fuese razonable y controlable mediante unas elecciones equitativas en oportunidades.
Debemos, en paralelo, tender los hilos y entrelazar las capacidades necesarias para dar inicio tan pronto como sea posible a los proyectos de reconstrucción necesarios para aliviar la penuria generalizada. La salud, los servicios básicos. Al respecto, mucho del ‘deber ser’ está ya explayado en los distintos capítulos del denominado Plan País. Queda mucho por comunicar y compartir. Se requiere coaligar voluntades dentro de cada instancia social y política. Las asociaciones de vecinos, los sindicatos, las cámaras de comercio y empresa, las asociaciones de profesores, las universidades, la iglesia, los partidos políticos…

Por otra parte, en lo Global:
Es necesario que el apoyo de esas 60 democracias no cese en su intención. Al contrario, más allá de los signos políticos cambiantes en cada país, debería conseguirse que cada estado refrendara su apoyo, el cual y en todo caso, no es otro que el apoyo a la vida en democracia. El Globo no será del todo democrático mientras haya un solo país bajo régimen de fuerza.
Dentro de este apoyo, quizá la garantía más importante a lograr sea una observación electoral internacional técnicamente impecable y suficientemente amplia.
Puede ser también pertinente modular las sanciones que han sido impuestas al país, lo que no implica aliviar sanciones a individualidades demostradamente incursas en delito.
Hay finalmente que adelantar y gestionar los respaldos financieros que se requerirán para la reconstrucción del país y, aun en el entendido de que esto se haya ya barajado, no sobrará cuanto pueda adelantarse en materia gerencial y de aplicación, uso y control de estos eventuales fondos.

Convencido del valor de cada esfuerzo, creo apropiado darle a cada cosa su importancia específica. Este intento de unir-separar-clasificar-ordenar lo Local y lo Global es un enfoque que funciona sólo bajo una visión de conjunto, y hago por último votos porque nuestra dirigencia así lo esté considerando.

@enzopittari



lunes, 20 de mayo de 2019

Venezuela y el árbol de la política


Venezuela y el árbol de la política


Lo que sigue pretende ofrecer una comparación numérica del conjunto de países que apoyan el tránsito a la democracia liderado por el presidente Guaidó y la Asamblea Nacional, frente a la lista de países que apoyan o respaldan de varias maneras una continuidad del actual régimen.




E
l momento estelar que vive la política venezolana auspicia, finalmente, la perspectiva de un provechoso desenlace en un plazo que tendrá que ser necesariamente breve si no queremos desaparecer como nación.
No obstante las acciones alentadoras que están produciéndose, –respaldo internacional masivo de parte de los más importantes países del mundo a nuestra legítima Asamblea Nacional, liberación de algunos presos políticos emblemáticos, entre otras–, la situación es espinosa y está rociada de dolorosas angustias e innumerables incógnitas, propias de una complejidad cargada de incertidumbre.
Mucha tinta ha corrido para un lado y para el otro, tratando de arrojar una luz que indique el final de este túnel de oprobio, expoliación y ensañamiento destructivo en el que hemos estado condenados a vivir durante hace ya tanto tiempo.  
No pretendo insistir en ello derramando bites sobre la casi siempre inofensiva hoja del Word a la que hoy me vuelco, pero me parece útil compartir y divulgar unos números que estuve haciendo anoche, –vertiendo entonces bites sobre una hoja de Excel–, que algo pueden ayudar a fin de juzgar la bondad de las rutas emprendidas por el equipo del ingeniero Juan Guaidó, que no pocas críticas vienen recibiendo y que tanto esfuerzo supongo cuesta sostener.
Por oficio y costumbre, tiendo a asociar un número a mucho de lo que me atañe y rodea.  Ello, consciente de que a la fría matemática le cuesta muchas veces explicar los dolores o las alegrías que encierra cualquier interacción humana, por simple que la misma sea.  Hasta ahora, y a efectos abundar en la materia tratada en esta nota, he preferido inhibirme en el uso de números, estadísticas y encuestas y, cada vez que busco entender, explicar y responder a la infinidad de preguntas que nos pone a diario el drama venezolano, busco en cambio apoyo en otras disciplinas más acordes: sociología, economía, ciencia política y otras afines. No obstante lo cual, el aguijón numerológico que pervive en mí se mantiene siempre al acecho. Así las cosas,  he decidido hacer esta compilación numérica y un análisis elemental sobre la misma. Miren un rato los números que les voy a mostrar más abajo.

Como sabemos, al presidente Guaidó le han reconocido su legitimidad más de 50 países del universo mundo. ¿Cuáles son estos países? ¿Son importantes? ¿Son democráticos? ¿Cómo vive la gente, los ciudadanos de esos países?  ¿Bien, mal; tienen electricidad, agua, gasolina, comida, medicinas, educación…? 
Por su parte, también el régimen tiene sus ‘países amigos’. E igualmente, cabe hacerse las mismas preguntas sobre esa lista ¿Quiénes la forman? ¿Cuánto importan esos estados? ¿Son democráticos? ¿Cómo vive su gente?

En fin, es el caso que me puse por tarea buscar data de dominio público sobre de cada uno de estos países, los que apoyan el cese de la usurpación, y los otros. Se trata de información fácilmente googleabe  expresada por unos cuantos números que, definitivamente, ayudan a responder las anteriores preguntas.

Para simplificar el ejercicio tomé sólo dos juegos de tales números o índices. 
Por una parte, el denominado Índice de Democracia[1], extraído de la común Wikipedia,  el cual, en una escala del cero al diez, indica la bondad o calidad de la democracia de cada país reflejado, medida, ésta, a partir de varios factores entre los que se incluyen: proceso electoral vigente, pluralismo, participación política, cultura política y garantía de los derechos civiles.  
El informe ordena los países de mayor a menor, encabezando la lista Noruega, con el valor de 9,87 y terminando la misma con Corea del Norte, que reporta un valor de 1,08.  Venezuela, en esa lista, refleja un penoso 3,16 que, tratándose de un informe del 2018, es un valor que hoy día seguramente ha empeorado.
Por otra parte, y buscando responder cómo viven los ciudadanos de los países en cuestión, extraje de otro informe, –esta vez de las Naciones Unidas [2]-, un índice denominado Índice de Desarrollo Humano; el mismo, en una escala que va del cero al uno, mide la calidad de vida de las personas de cada país.  Incluye criterios como: Esperanza de vida al nacer, años efectivos de escolaridad, escolaridad esperada al nacer, ingreso bruto per cápita.  
Este informe también ordena los países de mayor a menor desarrollo humano, y encabeza la lista, –vaya coincidencia– también Noruega, con el 0,953, terminando con Nigeria, que reporta un valor de 0,354.  Venezuela está en el 0,761. (Considérese que el reporte es de 2017 y debe basarse en data que, cuando muy pronto, habrá sido recogida en 2016. Hoy, muy probablemente, estamos en valores más cercanos que ese entonces al valor reportado para Nigeria).
En fin, y para no abundar en palabras, vaya a continuación la lista de países que respaldan el tránsito de Venezuela hacia la democracia[3] y sus respectivos índices;


PAÍS ÍNDICE DE DEMOCRACIA ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO
1 Islandia 9,58 0,935
2 Suecia 9,39 0,933
3 Dinamarca 9,22 0,929
4 Irlandia 9,15 0,938
5 Canadá 9,15 0,926
6 Finlandia 9,14 0,920
7 Australia 9,09 0,939
8 Suiza 9,03 0,944
9 Países Bajos 8,89 0,931
10 Luxemburgo 8,81 0,904
11 Alemania 8,68 0,936
12 Reino Unido 8,53 0,920
13 Austria 8,29 0,908
14 Malta 8,21 0,878
15 España 8,08 0,891
16 Costa Rica 8,07 0,794
17 Estonia 7,97 0,871
18 Chile 7,97 0,843
19 EE.UU 7,96 0,924
20 Portugal 7,84 0,847
21 Francia 7,80 0,901
22 Israel 7,79 0,903
23 Bélgica 7,78 0,916
24 Italia 7,71 0,880
25 Rep. Checa 7,69 0,888
26 Chipre 7,59 0,869
27 Lituania 7,50 0,858
28 Letonia 7,38 0,847
29 Panamá 7,05 0,789
30 Bulgaria 7,03 0,813
31 Argentina 7,02 0,825
32 Brasil 6,97 0,759
33 Colombia 6,96 0,747
34 Polonia 6,67 0,865
35 Hungría 6,63 0,838
36 Perú 6,60 0,750
37 Croacia 6,57 0,831
38 R. Dominicana 6,54 0,736
39 Ecuador 6,27 0,752
40 Paraguay 6,24 0,702
41 Albania 5,98 0,785
42 Macedonia 5,87 0,757
43 Montenegro 5,74 0,814
44 Ucrania 5,69 0,751
45 Honduras 5,63 0,617
46 Guatemala 5,60 0,650
47 Georgia 5,50 0,780
48 Marruecos 4,99 0,667
MEDIANA  7,70 0,862



Son números que hablan por sí solos y sobra mayor comentario, salvo que la lista agrupa a países que, en su mayoría, exhiben una buena democracia y buenos niveles de desarrollo humano.

Veamos a ver ahora la lista de países que hoy día siguen oficialmente respaldando al régimen establecido, con sus respectivos indicadores:

PAÍS
ÍNDICE DE DEMOCRACIA
ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO
1  
Namibia
 6,25
 0,647
2  
Bolivia
 5,70
 0,693
3  
Turquía
 4,37
 0,791
4  
Nicaragua
 3,63
 0,658
5  
China
 3,32
 0,752
6  
Cuba
 3,00
 0,777
7  
Rusia
 2,94
 0,816
8  
Irán
 2,45
 0,798
MEDIANA
 3,48
 0,765

También se trata de una lista elocuente que, aunque mucho más corta que la anterior, está cargada de significado: Tanto por índice de democracia como por índice de desarrollo humano, la forman de países que están entre los peor evaluados del mundo; todos ellos, son mucho más cercanos a Corea del Norte y Nigeria que a Noruega.
¿Sorprendido por el resultado? No, sinceramente no. Era fácil sospecharlo. Sólo que viendo los números uno queda más que convencido de quién es quién en esta ruidosa contienda y con quién vale la pena afiliar las propias energías.

¿Vamos a asociarnos con Irán, Rusia, Cuba, o preferimos aprender de Islandia, Suecia y Dinamarca?  Eso, por mencionar tan solo a los tres peores y a los tres mejores de ambas listas.
¡Y es que el índice de democracia de Irán (2,45) es menos de la mitad del índice de democracia de Marruecos (4,99) que, por cierto, es el país con los más modestos créditos de los la lista de países que apoyan el cambio democrático en Venezuela! 
Y si por otro lado fijamos la atención en la mediana de la distribución del índice de desarrollo humano de los países de la lista de los democráticos, (0,862), notamos que dicha mediana está muy por encima del mismo índice de desarrollo humano para cualquiera de los países  de la lista de abajo, la de los que apoyan la continuidad del régimen.

Llegados aquí, faltaría hacer la lista de los países que no se han pronunciado, también numerosa por supuesto, pero, sin duda, con indicadores más cercanos a la lista segunda que a la lista primera. Quedará la tarea para un siguiente ejercicio.

Así las cosas, cabe finalmente preguntarse qué haría uno, en su sano juicio, si  le dieran a elegir a qué países aproximarse, a cuáles parecerse, y a quiénes pedir ayuda en esta hora menguada que nos toca necesariamente superar.

La respuesta salta a la vista y a mí, lo único que me resuenan, ahora, son las palabras de mi maestra Mariíta de segundo grado, allá en la escuela Lisandro Alvarado de Valencia, Estado Carabobo, en plena dictadura perezjimenista, quien con frecuencia nos repetía: "Acuérdense muchachos,
Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”.

Evidentemente, mi edad de entonces no me permitía darle tanto alcance a este adagio que hoy por hoy resalta por su sencilla importancia. 
***
Nota:
La lista de países que apoyan al presidente Guaidó ha sido tomada de https://es.panampost.com/miguel-camacho/2019/02/12/paises-reconocen-guaido/ , mientras que la lisa de los países que apoyan al régimen ha sido tomada de https://www.20minutos.es/noticia/3553565/0/paises-europeos-reconocen-guaido-presidente/



[3] La lista de países que respaldan la gestión de nuestra Asamblea Nacional es más larga de la que aquí presento, faltan allí miembros como Andorra, Bahamas, Haití, Kosovo, Rumanía y Taiwán, pero de los mismos no he encontrado la data necesaria.